1.2.06
ALTURA DEL BALÓN Y ANÁLISIS DEL JUEGO
La altura del balón define el estilo de juego del equipo en fútbol, así, a nivel vulgar, se suele hablar de equipos que juegan "al patadón" frente a equipos que juegan "al toque".
Si bien este argumento es vulgar, sus consecuencias son enormes para el análisis de juego en deportes colectivos. Posiblemente haya sido el voleibol el deporte que más haya privilegiado el estudio de las tres dimensiones de la trayectoria del balón, y no solo 2, como ocurre en la mayoría de la investigación académica en fútbol o balonmano. El baloncesto ha tenido en cuenta el estudio biomecánico de lanzamientos desde los estudios clásicos de Hay, y el rebote ; y en Australia se pone como ejemplo el "game sense" para el jugador portador de talento que es capaz de "adivinar" la dirección de los rebotes.
También en fútbol existen tesis doctorales y estudios académicos sobre la apreciación de trayectorias, si bien su trato ha sido descontextualizado del juego y su análisis táctico, si excluimos estudios sobre el penalti. Posiblemente, donde más se haya tenido en cuenta la altura del balón en fútbol sea en la "segunda jugada" (en los que existen propuestas interesantes, como la de Plácido Baena en un equipo granadino de categoría formativa publicada en la revista Training Fútbol)... Se dispone de una rica bibliografía que parcela en dos dimensiones el terreno de juego, pero que olvida o no percibe la importancia que tiene la altura del balón en los controles orientados, velocidad de transmisión del balón, estímulo para la realización de acoso al poseedor del balón, relación con la dirección de la mirada, influencia del estado del terreno de juego... Quizá el análisis de juego en fútbol pueda entrar en otra dimensión si se contempla la altura del balón.
Sistemas y modelos automatizados podrán utilizar la inteligencia artificial para el análisis de juego solo si se construye previamente un modelo coherente, establecido en términos comprensibles para entrenador y jugadores y alterables por la toma de decisión en el partido o el entrenamiento.
En balonmano existen propuestas (como la de la cantera del equipo esloveno Celje) en las que una recepción alta (clásica de la escuela nórdica) forma parte de un proceso de formación, ya que los balones portados de manera frontal al defensa son fáciles de interceptar. La construcción del contraatque en balonmano, donde se modula la altura de pases (cómo un quarter-back de fútbol americano, o como realizaba el ex-jugador de balonmano Raúl González) o las trayectorias de lanzamientos, nos incitan a dar más importancia a la altura del balón en el análisis del juego que la que se le hado hasta ahora.
Investigadores y estudiosos de fútbol y balonmano deben contribuir a establecer un nexo entre la teoría y práctica de sus deportes (en la línea de lo defendido por Julio Garganta) traduciendo a lenguajes abarcables por el método científico las propuestas realizadas por entrenadores y técnicos.
Las consecuencias de los modelos de formación y rendimiento, que sí contemplan la altura del balón en fútbol y balonmano, deben ser abarcados para no mutilar una de las tres dimensiones de la trayectoria del balón.
Si fútbol y balonmano son deportes en movimiento, como dijo Grehaigne, lo son en las tres dimensiones del espacio. El error de mutilar una de las tres dimensiones no es despreciable. Y esto, a pesar de las dificultades técnicas y metodológicas que implica contemplar la altura del balón en el análisis de juego.
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